martes, 20 de septiembre de 2011

El Hierro (haibun)

EL HIERRO (haibun-recuerdo de la visita a la Isla de El Hierro con mis alumnos/as)

Los japoneses se refieren a la soledad con la expresión “kodoku” (). Y así se tendría que llamar la isla canaria de El Hierro: “soledad”. Algunos también podrían llamarla “la isla del silencio”, pero no sería apropiado. El silencio no siempre va unido a la soledad. En El Hierro hay muchos sonidos inconfundibles, pero tan solo uno casi permanente: el viento.

El sonido del viento en las cumbres, en el camino, en los acantilados…

Llegamos con el amanecer. El sol está despuntando y en la isla se perciben las primeras luces. Es un color especial, un color típico de la mañana, fusionado con el sonido del mar y del viento. Pero no solo hay sol. Las nubes cubren toda la isla, como casi todos los día


mañana soleada -

sobre el acantilado,

nubes negras


La senda es sinuosa. Dejamos la costa porque vamos ascendiendo, alcanzando las nubes. Pero el mar sigue al fondo. Es tan pequeña la isla que el mar puede verse desde casi todos sus rincones. En la ascensión, se sigue viendo el mar y se siguen viendo las nubes. Entramos en el mar de nubes. No es una denominación poética…o sí. ¿Puede haber algo más poético que juntar en una sola frase dos términos como mar y nubes? En la costa el mar, mar de agua salada. En la ascensión, el mar, el mar de nubes.


mar al fondo -

entre las nubes

la cima del monte


Se ha perdido el mar. Es el interior de la isla. Se sucede la vegetación. Cambia a cada paso, al igual que cambia la temperatura y el clima. Ahora, sol; ahora, lluvia; vuelve el sol, vuelve la lluvia…El camino se eleva. Vamos alcanzando el mar de nubes en algunos tramos. La montaña aparece y desaparece de nuestra vista. Y el viento…sigue el viento.


suenan las piedras

del camino al pisarlas -

rumor del viento


Una parada. Ha desaparecido la lluvia y el viento. Sol de la mañana. Los pasos siguen por una senda algo sinuosa y estrecha para llegar al “árbol santo”.


todo lo cubre el musgo -

no llega ell sol

al arbol santo


El “arbol santo”. Su solo nombre me hace rememorar las palabras del gran jefe indio Seattle. Rodeado de piedras, lleno de musgo, en completa humedad…nos cuentan la historia de Moneiba, de los antiguos habitantes de El Hierro y de ese árbol santo que los herreños llaman “Gaoré”.

viento en las ramas -

una historia de amor

junto al Gaoré